Nadie quiere tu secreto más que vos...

No es raro uniones que practican el sistema del misterio, pero nunca he visto reinar en ellas la felicidad. (…) La mujer es débil, se dice; no puede soportar el peso de los afanes y contrariedades, y hay que rodear de caridad a los débiles e inválidos. ¡Error, falsedad! La mujer es tan fuerte como el hombre, y quizás más. ¿Y acaso la rodeas realmente de amor cuando la humillas así? ¿Quién te ha permitido rebajarla? ¿Cómo puede tu alma estar tan ciega que considere tu naturaleza más perfecta que la suya? No tengas, pues, secretos para con ella. Si es débil, si no puede soportar el peso, qué importa, puesto que puede apoyarse sobre ti, que tienes fuerza por dos. No, lo que no puedes soportar es que no tienes tal fuerza; es a ti a quien falta, no a ella. Puede que la tenga más que tú, lo cual te cubriría de confusión, y no tendrías la fuerza de soportarlo. ¿Pero, acaso no te has declarado dispuesto a compartir con ella los buenos y malos días? ¿Y no es agraviarla, entonces, no iniciarla en las cosas desagradables? ¿No es causar injuria a lo más noble de su alma? Quizá sea débil, y su aflicción nos abrume aún más que la situación en sí; pero, si la compartes con ella, esa solidaridad la salvará. ¿Y tienes derecho a quitarle un medio de salvación? (…) ¿Quieres quitarle la ocasión de hallar a Dios del modo más íntimo y profundo, esto es, por el dolor y el sufrimiento? ¿Y acaso sabes si, en el silencio, ella no sufre tristeza e inquietud y si ello no dañará su alma? Quizás no se trate de debilidad sino de humildad: quizás crea ella que su deber consiste en cargar con todo eso. Siendo así tú has sido la ocasión que le ha permitido desarrollar sus fuerzas, pero no según tu deseo o tu promesa. (…)

[El] sistema del secreto no conduce al matrimonio feliz, ni, por consiguiente, a un matrimonio que ofrezca un carácter estético de belleza. No, mi amigo: la franqueza, la sinceridad, la vida al descubierto, la concordia, todo ello constituye el principio vital del matrimonio, sin el que no hay belleza ni verdadera moralidad, porque entonces se separa lo que el amor une: lo sensible y lo espiritual. Mi matrimonio sólo tiene moralidad y, por consiguiente, belleza estética, cuando aquella cuya vida comparto en este mundo, en la unión más tierna, está igualmente próxima a mí en el dominio del espíritu. Y vosotros, hombres orgullosos que acaso gozáis en silencio de vuestro triunfo sobre la mujer, vosotros olvidáis ante todo cuán insensata es la victoria lograda sobre un ser más débil, olvidáis que el hombre se honra honrando a la que es su mujer, y de otro modo se menosprecia. (…)

[Si] tu vida te hizo depositario de secretos; si de una manera u otra, te has envuelto en un secreto que no es posible sustraerte sin que ello te cueste la vida, no te cases nunca. Porque te sentirás ligado a un ser que ni siquiera sospechará lo que pasa en ti, y entonces tu matrimonio será una fea cosa, o bien a un ser que se hará cargo de tu estado, sentirá por ello temor y angustia, y a cada instante verá esas sombras sobre el muro. Tu compañera no se decidirá tal vez nunca a hacerte la más discreta pregunta, porque temerá herirte; renunciará a la curiosidad a que la impulsa la angustia, pero no será feliz, ni tú tampoco. (…)

[Gracias] a tu misterio, y a tu objeción relativamente bien calculada, esperas soportar el tiempo: "porque, tan pronto como los esposos empiezan, para beneficio real, a contarse su pequeña o su larga historia, pronto llega el momento en que hay que decir x, y y z, la historia ha terminado". [En] cambio, manifestándose al descubierto, el amor lleva en sí una determinación de eternidad, tanto que toda emulación resulta imposible. (…) Ocurre aquí como en la vida individual, pues cuando uno tiene una clara conciencia personal, cuando ha tenido el valor de verse a sí mismo, no resulta que la historia ha terminado: sólo entonces comienza, sólo entonces cobra un sentido, pues cada momento particular vivido está referido a la visión de conjunto.

Sören Kierkegaard, Estética del matrimonio

3 comentarios:

Anónimo dijo...

piola creep de radio

Andrea Perez dijo...

Otro dia cuento, lo queres que cuente en mi blog, que es largo para contar y fuerte para las menores..ja

Anónimo dijo...

RICARDO VERGARA TE AMO

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